El Atomium, una obra muy particular, construida para la Exposición General de Bruselas en 1958.
En principio su vida útil estaba planificada para seis meses. Como sucede con algunas obras en eventos transitorios, rápidamente cobró protagonismo con la cantidad de visitantes generando una atracción turística más alla del origen para la que fue diseñada.
Representa un átomo (cristal de hierro) ampliado 165 mil millones de veces. Lo conforman nueve esferas de acero de 18 metros de diámetro. Está ubicado en el parque de Heysel en Bruselas.
A partir de marzo de 2004, se llevó a cabo un proceso de renovación. El Atomium abrió nuevamente, totalmente renovado, el 18 de febrero de 2006. En su interior se incluyó un elevador que lleva a la cima a una velocidad de 5 m/s.
Tres de las cuatro esferas superiores carecen de soporte vertical y por lo tanto no están abiertas al público por razones de seguridad, por otra parte, la esfera en la cima está abierta al público. El diseño original contemplaba el átomo sin soportes, la estructura era simplemente para descansar en las esferas. Las pruebas en túnel de viento demostraron que la estructura se habría derrumbado con 80 km/h de viento (se han registrado vientos de 140 km/h en Bélgica). Para lograr una resistencia suficiente contra los vuelcos se añadieron unas columnas de soporte. Más información aquí.
Es una arquitectura que nació como efímera pero el usuario la rescató y convirtió en permanente. Estas son las decisiones que a veces exceden los proyectos y su ejecución. Lo importante es, que como este caso hay muchos ejemplos, (Torre del Agua en Zaragoza)Es importante recordar que a veces esas obras, que muchos consideran superfluas, el visitante se encarga de realzar, y otorgan a la ciudad una atracción más, y genera una opción turística que no estuvo programada.